Georges Chevrot ha dicho en "El Pozo de Sicar" que obedecer es ceder, y ceder, lo interpreto yo, es humillarse, abajarse, aceptar lo que otro dice o manda. "Agachar el moño", como decimos en mi Patria.
Puede ser ajustado a nuestros deseos, pero generalmente será un poco o muy a contrapelo, y eso hoy día, en que muchos de nuestros contemporáneos van cayendo en la tentación de "ser como dioses", suele ser muy mal entendido, porque no es alienación, es libertad en acción: elegimos servir al Señor y tenerlo como modelo, aunque el resultado sea "mamarrachoso", pero Dios se contenta con ver nuestro esfuerzo sincero por mejorar en virtudes y vida interior, porque somos sus hijos.
Para Jesús, "obedecer era su alimento" (Cfr. san Juan 4, 24) y así fue hasta la muerte, y muerte de cruz. ¿Qué puede extrañar de que intentemos obedecer al Señor lo mejor que podamos? La obediencia nos da paz. (Para meditarlo un poco más te sugiero leer Camino, acá*)
1 comentario:
Gracias por publicar esto, fue muy útil y le dijo a una gran cantidad
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