Surgió en el transcurso de una conversación amigable.
Yo le había facilitado una fotocopia de una homilía de San Josemaría y me quiso dar su opinión:
-Te lo agradezco, pero no estoy de acuerdo con vosotros, no comparto vuestras ideas.
Ciertamente le hice ver que si las dos eramos católicas, si las dos tratábamos al Señor en los sacramentos, realmente no había distancia entre nosotras.
-El Opus Dei-le dije-no tiene ninguna doctrina, más que seguir la de la Iglesia.
La conversación apenas duró diez minutos pero fue productiva, porque fue sincera.
Mi amiga me dijo que esperaba que yo "no me crease falsas expectativas " , también me pidió que "no dejase de tratarla como lo había venido haciendo por el hecho de que no compartiese mis ideas"
Lo primero me hizo gracia-lo de las expectativas-y creo que la dejé tranquila.
Lo segundo es imposible y además no puede ser, porque yo quiero mucho a esta persona al margen de que piense o deje de pensar como yo.
Nada tiene que ver que no coincida conmigo en cuestiones puntuales; el cariño, la amistad, el trato y la comprensión con las personas necesariamente va mucho más allá.
Me encantó su sinceridad y respeto totalmente su libertad.
Mil camino conducen a Roma y está bien que así sea, es más, me da mucha alegría y evidentemente la pluralidad siempre nos enriquece.