Me viene al recuerdo cuando éste personaje era para mí un absoluto desconocido. Nada sabía de él y tampoco tenía especial curiosidad.
Gozaba de mi simpatía, pero nada más.
Después, cuando empecé a recibir formación en los Centros del Opus Dei, fui conociendo su vida, sus escritos, su mensaje, y mucho más tarde, empecé a rezar la estampa aunque sin mucho convencimiento.
Los años y la vida me han ido empapando de ese sentido de filiación y cariño al Padre, a Nuestro Padre, como le llamamos en la Obra.
De tal modo que cuando me he visto en situaciones realmente apuradas, del corazón ha brotado una oración sincera solicitando su intercesión ante Dios.
¿Porqué? Digamos que ha sido a través de mi vocación como he ido penetrando en el amor de Dios, en ese convencimiento de su paternidad bondadosa que tan hondamente he podido experimentar.
Por eso, cuando el "zapato me aprieta" surge espontáneo mi S.O.S. a San Josemaría, para que le haga llegar a Mi Padre, la necesidad que en ese momento me preocupa.
No es que yo quiera más a San Josemaría que a Dios, es que él me ha enseñado cómo amar a Dios y cómo abandonarme en Él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario