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Dos supernumerarias blogueras



miércoles, 8 de diciembre de 2010

Piojos en el apostolado



Nuestra vocación cristiana -por bautizados nada más (ni nada menos)- nos exige propagar la fe de generación en generación, y para ello todo puede servir, hasta una infección de pediculosis en el colegio de nuestras hijas.

A la edad de los terceros y cuartos de primaria nadie se salva, no me vengan con cuentos. Que nadie quiera decir: _Mi hijita tiene piojos,  es una cosa, pero que hay hasta en las mejores familias, soy testigo. Por sus juegos se acercan demasiado, revuelven sus cabellos y basta que llegue una con los parásitos para que todos suframos el peligro.

Mi hija era muy amiga de Paulina, y yo quería acercarme apostólicamente a su madre, pues también simpatizábamos, pero de lejos, hasta que un dia le advertí que mi hija estaba infectada y que por favor tomara precauciones con la suya porque separarlas era imposible.
Temía un rechazo, pero fue al contrario.....también reconoció que la suya tenía el problema. Nos pasamos datos de qué productos y técnicas usar y de alertar al colegio del asunto para pararlo ahí, en el foco.

La sinceridad dió para estrechar la amistad y terminó acercándose a Dios un poco más, pues ya era piadosa, y encontró su lugar en la Iglesia, en la vocación de supernumeraria del Opus Dei que es hoy día, y cada vez más feliz.

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