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miércoles, 2 de febrero de 2011

Lecciones de Gerasa

Ayer hemos meditado el evangelio de la misa del día en que se nos contaba la historia del endemoniado de Gerasa del que el Señor sacó una legión de demonios.

"Vete a tu casa, donde los tuyos, y cuéntales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido compasión de ti. El se fue y empezó a proclamar por la Decápolis todo lo que Jesús había hecho con él, y todos quedaban maravillados"     

Me he detenido largo rato en el mandato de Jesús a quedarse en su sitio y que hiciera apostolado entre los suyos, pese a que el hombre quería seguirlo físicamente de cerca.

A la mayoría de nosotros nos ha dicho lo mismo, y esa es una de las cosas más maravillosas de mi vocación al Opus Dei, poder seguir al Señor en el sitio de siempre. Que el cambio sea en la intención, en el amor que le ponemos a las mismísimas cosas que hacíamos antes, como ilustra el punto 498 de Surco:


"Me escribes en la cocina, junto al fogón. Está comenzando la tarde. Hace frío. A tu lado, tu hermana pequeña —la última que ha descubierto la locura divina de vivir a fondo su vocación cristiana— pela patatas. Aparentemente —piensas— su labor es igual que antes. Sin embargo, ¡hay tanta diferencia!
—Es verdad: antes “sólo” pelaba patatas; ahora, se está santificando pelando patatas"



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