Cualquier situación es buena para aprovechar unos ratillos de oración; últimamente estoy tomando la costumbre de escaparme a la playa, dedico un tiempo a tomar el sol, otro a leer el libro que llevo entre manos y otro a pasear por la orilla rezando el Rosario.
Como no me lo llevo a la playa, construyo uno: cojo diez piedras bonitas y las voy pasando de mano en mano, cuando llego al quinto misterio las devuelvo una a una al mar. Un rosario acuático, así lo he bautizado.
Pequeños momentos vividos con intensidad, con presencia de Dios, con gratitud y alegría. La vida.
2 comentarios:
¡Me encantó!
En comunion con Dios y la naturaleza! Que belleza....
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