He tenido el orgullo de hacer compañía a una buena amiga en el trance de una operación quirúrgica.
Cuando despertó de la anestesia dijo: "¡Cómo me quiere Dios!"
Una vez la bajaron a planta, su compañera de habitación hablaba por teléfono con una amiga. La amiga debía estar contándole penas y esta buena mujer dijo: " Qué malamente te está mirando el Señor"
Me chocaron estas dos mujeres.
Mi amiga por la humildad manifiesta de quien se siente querida y por tanto agradecida, y su compañera de cuarto por estar quejosa de Dios.
En la vida diaria muchas veces podemos ser o sentir como estas mujeres.
Claro que puestos a elegir, me quedo con el sentir de la primera, que sin darse cuenta, me dio una lección de fe...
¡Chapó!-en la segunda acepción de la RAE-
¡Chapó!-en la segunda acepción de la RAE-
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