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miércoles, 12 de enero de 2011

Rosario con pillería (Primera parte)


He salido fuera unos días con otras personas que practican poco la fe católica, pero como saben que rezo el rosario, deseaban hacerlo conmigo. Al menos eso dijeron y me bastó para tomar el arma poderosa, como llamaba san Josemaría al rosario  y recorrer sus cuentas.

Rezamos en un sitio que se fue quedando en penumbras lentamente, mientras el sol caía en la playa. Se hizo un ambiente especial, que si bien no es indispensable, ayudó.

Yo lo dirigía y fuimos contemplando cada uno de los misterios con breves comentarios que traté que fueran llenos de doctrina en temas que sabía que necesitaban refuerzo o aclaración. Me escuchaban con atención y yo los encomendaba mientras les sugería modos para poner sus intenciones a los pies de Nuestra Señora para que "importunara" a su Hijo en nuestra representación; por algo es Abogada nuestra, ¿no?

1 comentario:

Angelo dijo...

Seguro que ese Rosario obró grandes cosas en los que te acompañaron. María nunca se cruza de brazos a quien la invoca, aunque solo sea con la boca.
Un abrazo