Algunas personas hacen malos chistes
sobre las grandes familias que algunos miembros supernumerarios del Opus
Dei solemos tener. La verdad es que no les hayo gracia alguna por
varias razones -todas ellas dejan mal parados a los chistosos- que no
entraré a analizarlas sino a hablar de la inmensa fe y esperanza que se
ponen en evidencia cuando los matrimonios reciben la vida con
generosidad, lo que no quiere decir que se tenga hijos por ignorancia de
los muchos medios buenos y malos que hay para evitarlos, sino que se
pone la confianza en Dios y se trabaja mucho para sacar ese encargo
divino adelante.
He traído a colación estos pensamientos acá porque algunas veces voy a misa temprano en una parroquia que no es la mía, y siempre me topo con este par de jóvenes mujeres que llegan con sus niños en cochecitos mientras siguen la misa con sus misales en el teléfono móvil. Unen lo mejor del mundo para vivir su matrimonio y maternidad cristianamente. Benditas sean.
1 comentario:
Pues a mí me da una gran alegría cuando llego a Misa y me encuentro con semejante panorama. Me parece que son un ejemplo de organización. Y de generosidad, claro está.
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