Surgió en el transcurso de una conversación amigable.
Yo le había facilitado una fotocopia de una homilía de San Josemaría y me quiso dar su opinión:
-Te lo agradezco, pero no estoy de acuerdo con vosotros, no comparto vuestras ideas.
Ciertamente le hice ver que si las dos eramos católicas, si las dos tratábamos al Señor en los sacramentos, realmente no había distancia entre nosotras.
-El Opus Dei-le dije-no tiene ninguna doctrina, más que seguir la de la Iglesia.
La conversación apenas duró diez minutos pero fue productiva, porque fue sincera.
Mi amiga me dijo que esperaba que yo "no me crease falsas expectativas " , también me pidió que "no dejase de tratarla como lo había venido haciendo por el hecho de que no compartiese mis ideas"
Lo primero me hizo gracia-lo de las expectativas-y creo que la dejé tranquila.
Lo segundo es imposible y además no puede ser, porque yo quiero mucho a esta persona al margen de que piense o deje de pensar como yo.
Nada tiene que ver que no coincida conmigo en cuestiones puntuales; el cariño, la amistad, el trato y la comprensión con las personas necesariamente va mucho más allá.
Me encantó su sinceridad y respeto totalmente su libertad.
Mil camino conducen a Roma y está bien que así sea, es más, me da mucha alegría y evidentemente la pluralidad siempre nos enriquece.
2 comentarios:
A mi la sinceridad para decirte lo que se piensa me gusta pese a que, claro, uno quisiera que las personas amen lo que uno ama, ¿no? Lo que no soporto es que te digan a todo que bueno y por detrás no sean sinceros, eso me enferma en todos los campos.
Una persona como tu amiga te permite saber el terreno que pisas si quieres hacerla participar de lo mejor que tienes, que debe ser tu vocación, ¿o me equivoco? Eso debe ser voluntario o nada, pues, como se titulaba una película, "a la fuerza, no es cariño", y la libertad se respeta tal como has hecho.
Un beso
Buenos días y saludos a todos, que hace un montó que no comento por aquí.
De alguna manera entiendo los motivos de su amiga. Los miembros de la Obra son bien conocidos por su decidido proselitismo, por su constancia en intentar a traer a los cristianos a sus medios, actividades y formaciones. Por eso quizá su amiga quiso dejar claro desde el principio que no estaba nada interesada en la Obra, y a mí, como a usted, me parece muy bien que lo hiciera, ya que he visto demasiado a menudo cómo hay gente que va a actividades del Opus por puro compromiso con un amigo o conocido al que simplemente no se atreven a decir no.
En la Facultad pasaba mucho. Los del Opus eran educados, agradables y amigables. Si un día salía que tú eras católico practicante, rápido te insistían (muchísimo)en que acudieras a sus cosas, aunque en mi caso tenía tan claro como su amiga que no deseaba participar en nada del Opus por diferentes motivos que no voy a desgranar aquí porque no es el lugar adecuado ni lo considero respetuoso.
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