Soy chilena, vivo en Chile, casi cayéndome al Pacífico; conocí el Opus Dei en esta franja de tierra flaca y larga y sin embargo reconozco el mismísimo espíritu y modo de sentir que tiene Tinta, formada en la Madre Patria que entre otras cosas buenas nos ha dado la Obra a todo el mundo.
Lo que estoy diciendo es casi un milagro, pues nos separan kilómetros, idiosincrasia, y modos de hacer y sentir, pero en esto no hay fisuras, la formación es fiel a la fe católica de toda la vida, a las indicaciones del Magisterio de la Iglesia y a lo que Dios hizo ver al Fundador, san Josemaría Escrivá.
Cuando somos testigos de muchas infidelidades a todo nivel de la sociedad se aprecia más, pero humildemente esta gracia de Dios.
Hijo de Dios, nacido del vientre de una virgen, su Madre, mi madre.
Dios hecho Niño para poder besarle, para contemplarle con ternuras de amor.
Jesusito que se hace Hombre para acompañarnos en el camino, para sufrir con nosotros, para amarnos, para ser luz y guía.
Él, que ha nacido humildemente, en la más absoluta de las carencias, en un establo de bestias, arropado con el amor infinito de sus padres, con el aliento de una mula y un buey, con la admiración de una estrella que ha llevado a los Reyes de Oriente a adorarle y llevarle presentes.
Los pastorcillos están embobados y se acurrucan con la Sagrada Familia. Junto a ellos pasan la noche y no quieren marchar, pero marchan, a sus vidas, a su trabajo diario, a llevar la buena nueva por los confines de la tierra.
Dios ha nacido y le podemos coger en brazos, podemos cantarle una nana y decirle cuánto le queremos.
Así en estas Navidades, pero también en enero, febrero, marzo, abril, mayo, junio, julio, agosto, septiembre, octubre,noviembre y...¡vuelta a empezar!
El ciclo del amor no tiene fin¡¡¡que no se nos olvide con las bagatelas que este mundo ofrece!!!
Días de mucha actividad han sido estos. Todo debiera ser instrospección, meditación, oración y paz, pero no, el mundo nos pezca en sus garras y no nos suelta, y todo -para qué lo vamos a negar- con nuestra cooperación entusiasta, muchas veces.
Gracias a Dios que en el Opus Dei tenemos el remedio a tanta agitación: nuestro Plan de Vida, que nos asegura un mínimo para dejar el lugar de privilegio al Señor, que todo lo demás saldrá por añadidura.
¿Qué es nuestro Plan de Vida? Son tiempos y actividades que ofrecemos a Dios, repartidas durante el día, y cada uno lo acomoda a su realidad familiar, laboral y lo que sea, "como un guante de goma se adapta a la mano". A lo largo de la jornada tenemos unos ratos de oración que cada uno determinará; vamos a misa y comulgamos; rezamos el santo rosario, leemos, estudiamos y algunas otras cosas así, que nos mantienen en el camino del amor de Dios sin separanos de nuestro lugar en el mundo, al contrario, nos permiten pensar sobre lo importante, lo único necesario cuando aparentemente no pasa nada y cuando el ajetreo se hace agobiante.
Estoy segura de que si le damos tiempo a Dios Él nos lo multiplica de un modo maravilloso.
Vamos a ir subiendo villancicos, que quien canta reza dos veces, como decía San Agustín y la Navidad está muy cerquita.
Este, por ejemplo, está cantado por un grupo andaluz.
Me gustaría que subiéseis enlaces de los villancicos que más os gusten, de los que siempre se canten en vuestras familias o que simbolicen a vuestra patria. ¿Hace?
Solemos reunirnos los viernes para preparar a un grupo de confirmandos que recibirán el Sacramento en la próxima primavera.
Pusimos el cañón y utilizamos la sala grande porque habíamos unido a varios grupos.
El vídeo que vimos-no es éste- explica un poco la historia de Ratzinger, el niño alemán que actualmente lleva sobre sus hombres el titulo de Santidad, Santo Padre, el Dulce Cristo en la Tierra, etc etc
Después de la proyección, que gustó mucho y dio a conocer la humanidad de este personaje, llegamos a un mini propósito común: rezar por el Papa.
Ahora que nos aproximamos a la Navidad, existen las campañas de alimentos básicos, el kilo, que llevamos a colegios y parroquias.
Pues yo propongo la Operación Papa: un Ave María, un Padre Nuestro, un mantecado menos, o una sonrisa de más...en fin, algo que sirva para demostrar el cariño que le tenemos y que estamos muy pendientes de sus necesidades.