Vive en mi calle un chaval de sonrisa blanca y manos limpias.
Trabaja con su padre en el negocio familiar.
Le calculo unos veinte años.
Está hecho un hombre, así que padre e hijo parecen casi de la misma quinta.
He pasado a hacerles algún encargo y da gusto verles trabajar.
Me da en la nariz que son muy felices…a pesar de los pesares que en esta vida no faltan.
*Imagen de los vecinos de mi calle-pintada hace unos años- que me presta su autor, el pintor Arístides Artal. Gracias Arístides.
Tinta
1 comentario:
Hoy me tocó hablar del trabajo bien hecho. ¡Dime que no es humanizante hacerlo así!
Besos
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