
Ya van llegando los días en que no sólo recordaremos la Pasión de Jesús sino que la actualizaremos, como si lo siguiéramos desde los Ramos a la Resurrección, con gratitud por la Redención -MI REDENCIÓN- y con un espíritu de desagravio, doliéndonos por MIS PECADOS y los del mundo entero, que hicieron que Cristo sufriera por salvarnos -SALVARME- todo lo que sufrió, tanto físicamente en la cruz como moralmente en el Huerto.
Todo lo que fue necesario para estos fines tan convenientes para mi y para todos fue posible por la disponibilidad del Señor, por su deseo de hacer la Voluntad de su Padre.
Somos sus discípulos y debemos seguirlo, tomando nuestra cruz de cada día para unirnos a Él, corredimiendo, tal como dice san Pablo, "al suplir en su cuerpo lo que falta a los padecimientos de Cristo" (Col 1, 24)